Si hay un momento difícil en la vida de una persona, es cuando tiene que tomar decisiones importantes.
Hay decisiones que son complicadas… cosas que no son fáciles de elegir, como por ejemplo:
• el nombre de un hijo
• la carrera que estudiarás en la Universidad
• la mujer con la que te vas a casar
• la casa que vas a comprar
• el mudarte lejos
y seguramente a ustedes se les ocurran mil más. Pero no quiero hablar de estas decisiones.
A mí me preocupa la toma de decisiones vitales, las que son de vida o muerte. Esas decisiones que pueden cambiar el rumbo de una vida y de las que uno podría recordar con exactitud la fecha y hora de la errónea elección.
Sí, a esas me refiero, a esas elecciones que uno hace porque prefiere sacarse el tema de la cabeza y no por estar convencido. Ese camino que uno elige para terminar con la angustia.
Parece imposible, pero uno se hace fuerte y prepara la mente para elegir sin anestesia. Y uno sonríe, feliz de haber decidido.
“Ma’sí… agarro todos de chocolate!!”
jajajaja! Sin ver el largo del post o la imagen, me lo guardé “Para cuando tenga tiempo para leer y pensar en serio”. 😛
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Muy bueno! El issue con esas decisiones vitales es que involucran no sólo elementos objetivos o cuantificables, sino también factores emocionales y sentimentales. Las emociones, esa es la parte difícil.
Adicionalmente, parece mentira pero hasta para tomar decisiones hay que practicar.
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El mundo tienen una forma curiosa de operar…te da la oportunidad de que hagas las cosas a las buenas….pero si te haces el loco y le das largas…zas…pasa algo y te hace mover.
PC
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